Así
es nuestra vida de moter@s
Cada domingo
buscamos una salida a poder ser, que todavía no hayamos realizado, para conocer
con más amplitud nuestra comunidad o alrededores de ella, siempre con la idea
de sus incertidumbres de cuantos se sumaran. Hemos sido un grupo muy numeroso,
con sus penas, alegrías y con todas sus injusticias, pero hemos quedado
reducidos debido a muchos factores, entre ellos las injustas enfermedades que
van apartando en la cuneta .Pero nada es completamente malo, pues aún con todo
lo sufrido, son experiencias que hemos ganado unos y otros.
Esta
vez Alberto quería que fuese en El Toro, pueblo con encanto, y allí estábamos
dispuestos a visitarlo y tomar un almuerzo.
La
salida ha sido desde Puerto de Sagunto dado que tomábamos dirección Teruel, es
el punto más estratégico para ello. Después de casi una hora de camino y
bastante frío todavía, llegábamos a Barracas, donde está el desvío hacia El Toro.
Carretera estrecha, que ya es una señal
de que el pueblo es de los que solemos catalogar como pequeños y que se
mantienen gracias a los habitantes más mayores, pues la juventud por estudios o
por trabajo debe inmigrar hacia otros lugares.
Y allí estábamos los cuatro
dispuestos a pasar una mañana agradable, hablando ellos sobre todo. Y reíamos.
De eso se trata. Uno desarrolla con los años una intacta pasión por los amigos.
Aquellos, los que no se tiran el rollo, los que manejan la vanidad con
delicadeza porque jamás invaden el sitio ni la palabra del otro. La amistad es
un fenómeno paranormal: se da en contadas ocasiones, lo otro es colegueo. En
este mundillo hay una máxima que no sé si se ha tenido en cuenta: "No son
compatibles amistad y abundancia". Los amigos son los que son. Casi siempre
los justos. Y con la edad es más difícil sumar a la expedición compañeros de
viaje. Por eso conviene ser cuidadoso con los que manejas. La virtud de la
amistad, cuentan, es no poner al otro en la tesitura de tener que decirte no.
Si no, decir y hacer sin esperar a que tod@s te sigan, pero respetando sus
propias decisiones.
La amistad es partir el pan con las
manos para tres o para cuatro y que después de una conversación donde alguien
contó algún pesar, que le esté ocurriendo sin preocuparse de su posición y
abusando del tiempo, se pueda uno levantarse de la mesa despreocupado y seguro
de que no es necesario preguntar "qué se debe" por la paciencia, pues
lo bueno de compartir es escuchar y ser escuchado.
A mí me gusta tener amigos mayores
y amigos más jóvenes. Por su bondad. Por su compañía. Por ese placer del tiempo
que sucede en compañía, sin miedo a envejecer.
El almuerzo en el bar casa Botija,
es de los que te quedas bien, pero quizá con cinco centímetros más de pan y mezcla
estuviera mejor. Pero por 5,50 € con el picoteo y carajillo, no ha estado mal.
Después del almuerzo y un rato de
charla al solecito, nos vamos de ruta en busca de Alcublas por toda la montaña.
El mejor momento con Isabel,
Alberto y Rafa es cuando la conversación alcanza destellos de lujo y caudal de
derroche. Cuando todo se desboca en favor de esa lotería de cuatro amigos
juntos, tan lejanos de edad, donde todos los números salen premiados y todos
somos ganadores.
Escribió Luis Rosales: Hay algo en
la amistad que nunca se abandona.
Y yo añado, - Los recuerdos -
MONTAJE Y ARREGLOS Alberto
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